Ser Trabajadora Social no lleva implícito ser una “héroe”, puesto que se es profesional y persona a la vez, nadie es perfecto; la virtud está en reconocer nuestras fortalezas y debilidades, como nuestros aciertos y errores reconociendo los mismos en los demás. Es importante recordar que trabajamos con personas y ello implica la responsabilidad que tenemos en nuestras manos, ya que estas personas depositan en los trabajadores sociales, confianza, respeto, empatía y muchas veces afecto que no podemos ignorar.
Cada profesional Trabajadora Social puede construir su identidad libremente basada en su formación, valores, creencias e ideales, pero para ello no puede negar el ingrediente clave de lo “social” el cual marca esencialmente nuestro compromiso profesional con la sociedad.
Cada profesional Trabajadora Social puede construir su identidad libremente basada en su formación, valores, creencias e ideales, pero para ello no puede negar el ingrediente clave de lo “social” el cual marca esencialmente nuestro compromiso profesional con la sociedad.